jueves, 23 de enero de 2014

Así fue como pasó;
hubo un avión,
quiero decir, una impresora 3D,
me refiero, un ordenador,
sí, era un ordenador,
estaba el ordenador
y entonces

estaban las cosas.

Mejor decir: Ordenador.

No hay mucho más.
Estaban largas cadenas
de hechos esperando para ser binarias
-tenían 16 años, eran sinuosas-
¡ya tenían tantos unos!
pero es mejor seguir,
había un ipad, creo,
o eso vino después,
al tercer día  que se dice. Ahora,
esto es lo importante;
un Ordenador.
Digo, textualidad.
Los dedos movían filigranas de plástico,
y el aire se embolsaba rápidamente para enconarse en el espacio.

Todo el ordenador nos tenía,
es decir,
fechas, eventos, velas,
cubatas, y mucho amor.
Todos los ordenadores nos miraban;
eso es más estrecho, tiene ojos,
está buena.

Pero aún, nadie sabía de la ordenabilidad
o digámoslo claro, de la imbecilidad.



-las páginas se mueven tan rápido que ya nadie cree en el tiempo-

Sí,
Eso era, ORDENAdor








Me llevo a rastras como a un muerto,
A veces miro delante, y
Me llevo a rastras como un muerto