martes, 19 de enero de 2016




























































































Extender a dónde mis manos pobres
teclas pensamientos contra la realidad virtual
y si no hay nada que tocar, me digo
tampoco tengo que preocuparme de la extensión
ciertamente no tengo cuerpo
y no hay nadie que pudiera tenerlo
por qué entonces tantos días y tantas horas
y sobre todo tantos espejos al final del viaje
no hay instante que no se golpee contra la pantalla
ya lo hemos visto, decimos, y también
no querríamos volver a verlo
todos los días son todos los días
pero quién iba a querer pensar en esto
preferimos huir, huimos, cerramos la boca
y escapamos allí donde las palabras no advierten
el oscuro paso de la humanidad
dejamos el cuerpo a un lado
y movemos ilusiones, móviles, brillantes, siempre
encendidas, las cambiamos de sitio, y decimos,
ya no estamos aquí, hemos viajado lejos, no podemos ver nada
de lo que hemos visto, y juntamos nuestras manos sin tacto y sonreímos
 ya nada es lo mismo, ni siquiera nosotros,
y chocamos nuestras manos sin tacto, nada que se parezca
a ese extraño que nos interrogaba en el cristal, hemos cambiado las ilusiones de sitio
ahora el cristal sonríe con otros o conmigo, ahora da igual,
nuestros sentidos paralíticos por fin, aplauden